CHEZ MATIAS

 

MATIAS

 

Matías Martínez Fernández, natural de Alcalá Del Valle (Cádiz) un pequeño pueblo al noroeste de la provincia. Hijo de Juan y de Francisca, ambos analfabetos y trabajadores de la tierra.

Desde chicho Matías supo que no quería para él la vida que habían tenido sus padres y en cuanto pudo con la edad de 17 años al acabar la vendimia en Burdeos con toda la cuadrilla de su pueblo se coló en el primer tren que pudo dirección a Paris junto a su compadre Felipe sin saber bien que es lo que buscaban. Corría el año 1968.

Lo poco que habían sacado durante la vendimia les sirvió para no parecer unos indigentes y por suerte consiguió entrar en la brigada del restaurante Epicure en el gran hotel  Le Bristol, uno de los mejores de la Capital y de Francia.

Por supuesto que había entrado fregando cazuelas,  (en la “plonge” como se dice ahí,) de aluminio y de cobre, con agua fría, malviviendo en una habitación en las afueras junto a Felipe, dormían juntos para darse calor por las noches.

Siempre esforzándose para aprender, primero el idioma, al principio sólo sabía decir “oui Chef” a todo… y después el oficio.

Matías se esforzó mucho, cuando tenía su “plonge” vacía se iba dónde estaba Pascal, un jovencito aprendiz, y le ayudaba a pelar patatas, y a tornear verduras. Con las pieles de las patatas y los recortes de las zanahorias y calabacines se hacía una crema de verduras para la familia, (que es como se conoce al equipo de cocina, el equipo de sala no era considerado familia, eran simplemente los camareros.)

Cada mañana todos los cocineros se acercaban dónde estaba el Chef, Monsieur Jean, (o simplemente Chef) y le daban un apretón de manos, ese ritual era todos los días al llegar y al marchar. El Chef era el primero en llegar y el último en salir.

Matías que sabía a lo que venía siempre llegaba el primero, de los trabajadores, y algún día, cuando el chef estaba de buen humor, este le invitaba a un café.

.- De donde es usted?

.- De un pueblo de la Sierra de Cádiz Chef, cerca de Ronda y de Marbella.

.- Marbella? Me han dicho que ahí siempre hay sol, no como aquí…

.- Sol y Calor Chef.

.- Mmm vamos a ponernos a trabajar, mientras van llegando, ponga 2 marmitas de agua a hervir y vaya pelando ese saco de cebolla, hoy haremos una sopa de cebolla trufada.

.- Oui Chef!

Matías estaba feliz de hacer otra cosa que fregar cazuelas.

Al cabo de pocos meses se jubiló Henri, el “entremetier”, es decir el cocinero encargado de entrantes calientes, y hubo una oportunidad.

.-Español, a partir de mañana pasas al cuarto frío, ponte las pilas.

.-OUI CHEF! Matías no podía ser más feliz por fin progresaba en la cocina.

.-Hay que buscar a alguien para la “plonge”, ¿conoces a alguien?

.- Oui Chef, Mi compadre Felipe busca trabajo. (Felipe, no había encontrada nada seguro había trabajado de basurero, haciendo recados, ayudando en una carnicería)

.- Mañana aquí a las 08h. En Punto.

.- Oui Chef

Y así fue como Matías y Felipe empezaron a trabajar juntos, hasta hoy.

Matías, empezó a devorar libros de cocina que conseguía prestados, y a descubrir el fabuloso mundo de la cocina francesa clásica.

En Le Bristol se alojaban grandes estrellas, Sofia Loren, Charles Aznavour, Hemingway, Picasso, y todos ellos pasaban por el Epicure.

Galantinas, Paté en croute, Áspic, Salmon ahumado, Foie gras eran algunos de los

Platos que ahí se preparaban. Matías estaba entusiasmado, las jornadas eran larguísimas, pero no importaba.

La exigencia durante el servicio era muy alta, el Chef no permitía ni un solo error, siempre había clientes importantes, o el dueño del hotel que venía al menos una vez por semana o algún periodista o inspector, esos días el ambiente y la presión eran insostenibles, tanto Matías como Felipe como muchos de los cocineros jóvenes del equipo habían tenido que ir alguna vez a la cámara con la excusa de buscar algo a llorar un poco y desahogarse.

En la brigada, digamos que el ambiente no era fraternal, los españoles se apoyaban entre ellos por supuesto, pero el resto del equipo competía para ver quién podía subir más alto en el escalafón de la brigada, nadie compartía sus recetas y si podían fastidiarte la tuya, subiendo el fuego, añadiendo sal o lo que fuera, lo hacían. Había que está siempre alerta.

Con los camareros y las camareras no había prácticamente trato, El Chef y el Maitre se respetaban y cada uno de ellos respondía por su equipo. La gente de sala era diferentes, más serviciales, más vividores, sin mucho afán de progresar, no eran como los cocineros.

Dentro del equipo de sala, había una chica española, Rosita, era de Grazalema, y también venía a buscarse la vida. Su función era la de retirar los platos y los cubiertos sucios de los comensales. Era morena, de rasgos afilados, ojos almendrados, con un lunar al lado de los labios, una melena negra recogida con una cola, delgada, pero más delgada por carencia que por otra cosa, no era muy alta, pero estaba muy bien proporcionada. Vestía una falda negra hasta las rodillas, zapato con medio tacón y una blusa blanca abrochada que dejaba adivinar un pecho grande y bien formado.

Matías se fijó rápidamente en ella, y cada vez que venía a buscar algún plato frío le decía alguna cosa en español: llévate esto morena, para la mesa 12 guapa, hoy te has levantado con el guapo subido Reina Mora.

Evidentemente no tardaron mucho en hacerse novios estos dos y hoy siguen estando casados y regentando el restaurante mirando su jubilación cada vez más cerca.

Y así fue como fueron progresando en Paris Matías, Rosita y Felipe.

Al cabo de los 4 años y en un viaje relámpago a Grazalema Matías y Rosita se casaron. Invitaron a todo el pueblo que se admiraba por lo bien que les iba en Francia.

Al año siguiente nació Antoñito (hoy Toni) y Dolores se vino con ellos para cuidar del niño.

Matías, fue subiendo poco a poco y pasó por todas las partidas de cocina, Entremetier, Salsero, Carnes, Pescados, Postres, hasta

Convertirse en Sous Chef.

Matías aprendió a cocinar pulardas, vieiras, bogavantes, foie gras, caza, diferentes salsas siempre con mantequilla y nata, pastelería francesa etc.…

Rosita pasó a camarera y siempre trabajaron juntos.

Felipe también progresó en la cocina, pero no pasó de jefe de partida.

Cuando Antoñito tuvo 8 años enfermó el marido de Dolores y esto sumado a la morriña andaluza, aunque les había ido bien en Paris, el clima, la familia, la cultura precipitó que la familia se volviese para España. Tenían los ahorros suficientes para volver y poder montarse su propio restaurante. Felipe se quedó en Paris.

Tuvieron claro que se instalarían en Marbella, una ciudad con gran potencial, muchos turistas extranjeros durante todo el año y además cerca de las familias.

Gastaron todos sus ahorros en un local que había sido un asador en el pasado, y le cambiaron el nombre, se llamaría Chez Matías.

Matías por supuesto que hizo la cocina francesa que dominaba, se corrió la voz que había venido a Marbella el Sous-chef de L’Epicure de Paris y el éxito fue inmediato.

Lo primero que hizo Matías fue llamar a Felipe para que viniera a echarle una mano, y en 10 días se reencontraron.

Era la Marbella de los años 80, donde se encontraba un pequeño restaurant 100% francés. Los cocineros tenían que repetir la liturgia que Matías había aprendido toda su vida.

Cada día iban desfilando los trabajadores al llegar: Bueno día SHÉF

Los cocineros locales no entendían muy bien tanta crema de leche y tanta mantequilla, pero se pagaba bien y puntual.

 

TONI

 

Él había crecido en una cocina, rodeado de cazos de cobre, ramequines, marmitas, grandes cuchillos, caldos hirviendo, consomés clarificándose, mangas pasteleras con las boquillas medio oxidadas rellenas de Chantilly, Islas flotantes, mantequillas, natas y un olor entre a sopa de carne, sudor y sangre.

 

Al llegar a España tenía 8 años y era bilingüe, el choque cultural fue tremendo, en la calle le llamaban GABASHO, pero no fue hasta unos años después que supo que ese era un término despectivo.

Toni siempre tuvo claro que quería ser cocinero, ante sus ojos la fastuosa cocina francesa, y los fines de semana cuando más lío había en Chez Matías se iba a casa de sus abuelos y ahí disfrutaba viendo a sus abuelas Gazpachos, Ensaladilla Rusa, Pipirrana, Cazón en adobo, Papas aliñas, Tortillas de camarones etc.…

Los miércoles cuando cerraba el restaurante si podía iba con sus padres hasta Málaga, Estepona, Tarifa, Cádiz y descubrían otros restaurantes.

A Toni le encantaba escuchar a su padre explicar todas las historias que explicaba sobre sus vivencias en L’Epicure, de cuando sirvió a Rainiero de Mónaco, de cuando cocinaban Langosta Termidor, de

Cuando el Chef le nombró Sous-chef habiendo empezado como friegaplatos.

Toni admiraba a su padre, era su superhéroe. Muy severo y duro en el trabajo, pero su superhéroe.

Cuando acabó la EGB, Toni lo tuvo muy claro, se apuntó a la escuela de Hostelería de Málaga, y ahí pasó 5 años. Sus resultados fueron los mejores de la promoción entre su afición y toda la práctica adquirida en Chez Matías durante los veranos y findes hicieron de Toni el mejor de la clase.

En la escuela Toni tuvo la oportunidad de conocer otras cocinas al ir de prácticas a otros restaurantes lo que despertó en él todavía más afición.

El último año tuvo la oportunidad de hacer prácticas en el Restaurant Tragabuches en la cercana ciudad de Ronda y ahí la cabeza le explotó, Gazpacho de cerezas, Tomate nitro relleno de pipirrana, tortillitas de camarones lyo, era la cocina de sus abuelas con el refinamiento de la cocina de sus padres, eso sí ni rastro de natas ni mantequillas.

Al llegar a casa le contaba a su padre entusiasmado todo lo visto y cocinado.

.-Tonterías, donde está la gran cocina francesa que se quiten estos chavales modernos, donde estarán estos platos dentro de 200 años?

Toni quedó totalmente frustrado por no poder compartir con su padre sus experiencias, pero decidido a seguir aprendiendo.

Al acabar su stage Dani, el Chef, le ofreció un puesto en su equipo.

.-Muchas gracias, pero me gustaría seguir aprendiendo.

.-Me parece muy bien, déjame que hable con Martin a ver si te puede hacer un hueco.

Toni pasó 6 meses en Lasarte donde se enamoró completamente de la cocina creativa. Ahí entendió lo que es cocinar sin fronteras y sin límites.

España vivía la edad dorada de la cocina moderna y Toni estaba en el sitio y lugar adecuado. Pasó por los mejores restaurantes del país, encadenaba un Staff con otro, se conformaba con que le dieran alojamiento y comida, malvivía con las propinas y pasó así tres años sin prácticamente volver a Marbella. Solo el teléfono era el único contacto con sus padres. Su madre Rosita lo pasó muy mal.

 

Rosita

 

Al igual que Matías, Rosita había aterrizado en Paris para buscarse la vida, sus padres levaban el bar de Grazalema, pero no daba bastante para alimentar a sus 8 hijos, es por eso que se compró un billete de autobús y con una dirección donde acudir se plantó en Paris con 17 años.

Estuvo trabajando en un Bistró, donde no le pagaron lo acordado, en cuanto pudo trabajó en una Brasserie donde había un ambiente muy malo, hasta que alguien le dijo que necesitaban camareras en Le Bristol.

Ahí conoció a Matías que le echó el ojo enseguida.

Desde el principio se sintió alagada y aunque no le gustaba físicamente, poco a poco fue ganándole el corazón.

Rosita trabajaba duro para ayudar a su familia, su meta era poder reunir el dinero suficiente para poder volver al pueblo y abrir su propio negocio.

Matías compartía habitación, con Felipe, y Rosita tenía una habitación alquilada en casa de unos españoles.

.-¿Qué haces el domingo morena?

.-Pues nada, lo típico, Mi colada, llamar a la familia, poca cosa…

.-Nos vamos a ver la Tour Eiffel?

.-Vale

Matías y Rosita se hicieron buenos amigos, y en poco tiempo se hicieron pareja, la vida les había traído al mismo sitio y en las mismas condiciones… estaban predestinados.

Trabajaron juntos en el restaurante, hacían buen equipo, Felipe era uno más de la familia, cuando estas lejos de casa es fácil unir lazos.

Pasaban toda la semana juntos, trabajando, aprendiendo,  sufriendo y el día de descanso lo aprovechaban para pasarlo juntos también.

Rosita, que era digamos clásica y ordenada llegó un día que le dijo a Matías.

.-Bueno qué… ¿Me lo vas a pedir o que?

.-¿El que, morena?

.-Pues que me case contigo contigo Quillo

.-ups

Y así fue como aprovechando las vacaciones se casaron en su pueblo.

Fue una boda muy bonita, invitaron a todo el pueblo, grandes mesas desmontables con manteles de papel, mucho vino, asado, langostinos,

De viaje de novios fueron a la costa de Cádiz, una semanita en Zahara de los atunes, eran muy felices, las cosas les estaban saliendo bien y la vida les sonreía.

Cada año volvían al pueblo en vacaciones y al llegar los vecinos les recibían como unos triunfadores, no fallaron ningún año. Al año siguiente vinieron ya con Rosita embarazada y los sucesivos años ya fueron los tres juntos.

Venían En un Renault 12 familiar, verde botella, con las ventanillas delanteras eléctricas, todo el pueblo se acercaba a verlo.

Traían, mantequilla, bombones, latas de paté, mostaza en grano y latas con Confit de pato y Cassoulet que repartían entre amigos y familiares que, la verdad, no tenían mucho éxito.

.-Donde este nuestro aceite de oliva que se quite la mantequilla le decía Dolores, la

Madre de Rosita a su marido.

Cuando volvían a Paris, se traían provisiones para 6 meses, 3 jamones, lomo curado, chorizo, queso payoyo y varias garrafas de Aceite de Oliva, del bueno…

Rosita en casa cocinaba como en el pueblo, al niño le encantaba el gazpacho y las papas aliñas.

.-Ay hijo… estos tomates no valen ná, y carísimos.

De todos modos, poco a poco en casa fue entrando en Camembert, el Paté de Campagne y el Cous-cous que habían probado en un restaurante marroquí.

Rosita siempre trabajó junto a Matías, aunque sólo durante el servicio de mediodía, por las noches se quedaba en casa, tenía un hijo que criar y aunque tuviera la ayuda de su madre, ella no quería perderse la infancia de su hijo.

Rosita siempre estuvo atenta a su hijo, ella era la encargada de que todos los de su alrededor estuvieran bien, de hacerle la cena a su marido, el desayuno a su hijo y de que su madre descansara.

 

Felipe

 

Felipe y Matías eran inseparables desde niños, siempre fueron mejores amigos, pasaron toda la EGB juntos.

Matías era el ideólogo, el valiente y el ambicioso.

Felipe era, todo corazón, más cobarde y más conformista. Se tomaba las cosas con más filosofía, buscaba la felicidad y se preocupaba por el presente. Eran muy diferentes entre ellos, pero se complementaban muy bien.

Felipe nunca se casó, de hecho, nunca tuvo pareja, era muy tímido con la gente que no conocía, su familia eran sus amigos, y su preocupación era que los suyos estuvieran bien, mediaba entre la pareja cuando llegaban los problemas y su relación con Toni era muy estrecha, como un segundo padre cariñoso y dulce.

Felipe era el vértice de la familia, el que hacía que todo funcionara, en la familia y en el restaurante. Era el reflexivo y dialogante mientras que Matías era impulsivo y dictatorial.

Cuando había un problema entre padre e hijo Rosita acudía a Felipe para que mediara entre ellos, en el fondo todos les respetaban y le escuchaban.

Los peores recuerdos en la vida de Felipe fueron cuando se quedó solo en Paris, su vida se derrumbó, el futuro del matrimonio era incierto en España y no pudieron venir con Felipe, esos fueron los peores 10 meses de su vida, seguía trabajando en el Hotel, pero sin ilusión ni alicientes. Por suerte un día sonó el teléfono, era Matías.

.- Felipe, vente pacá, te necesito conmigo, aquí hay mucho trabajo y yo solo no puedo.

.-Ohhhh, hoy mismo hablo con Monsieur Jean y le pido la cuenta.

10 días más tarde estaba en Marbella

 

Chez Matías

 

Corría el año 2000, el restaurante había conseguido una estrella Michelin y se llenaba de famosos que disfrutaban de la vieja cocina clásica francesa, su clientela era, digamos

mayor, la gente joven estaba más interesada por la cocina moderna que se hacía en todo el

país, El Bulli, Celler de Can Roca, El Poblet, Arzak, Mugaritz etc.…

Toni trabajaba para Sergi Arola como chef ejecutivo, consiguió la segunda estrella para su nuevo restaurante, tras su paso por varios restaurantes, era todo un chef con un gran bagaje.

Las reuniones familiares eran cada vez más tensas, ya no admiraba a su padre como cuando era solo un niño, ni siquiera admiraba su cocina, totalmente pasada de moda, aburrida y grasienta.

Matías no entendía nada,  “como se puede comparar su Gran Cocina francesa, con estas gelatinas, espumas y aires que no van a ningún lado. Como se puede admirar a un cocinero que no sabe hacer un buen estofado”.

Matías tenía cerca de 60 años, su jubilación no estaba muy lejos, y su condición física no era buena, tenía dolores crónicos de espalda y de huesos, demasiados años frente a los fogones le habían dejado huella.

Felipe en cambio estaba digamos más en forma, los grandes amigos son ahora dos hombres que ven su vida frente a ellos, charlan sobre sus batallas y su pasado y sobre su futuro:

.-Mati, no crees que deberíamos intentar reciclarnos? Ponernos un poco al día, quizás el niño podría echarnos una mano, seguro que estaría encantado.

.- que te pasa Felipe? ¿Has bebido? ¿Estás borracho? Nosotros hacemos la mejor cocina del mundo. Son ellos los que se tienen que dar cuenta que su cocina es una gran mentira.

.- Pero ya ves que cada vez viene menos gente joven, y en invierno no trabajamos como antes.

.- No me toques las peloteas eh, si no estás contento por trabajar en Chez Matías ya puedes coger la puerta e irte. Prefiero cerrar el restaurante antes que cambiar.

.- A ver Mati, no le hables así a Felipe. Le dijo Rosita.

Al año siguiente le quitaron la estrella al restaurante, fue un duro golpe para Matías que de puertas para fuera no demostró preocupación, sólo enfado y frustración.

.- Estos gilipollas de la Guía Roja se han vuelto locos, ahora se premian los polvos…

Desde la distancia Toni observaba todo, su carrera iba viento en popa y le estaba llegando el momento de pensar en abrir su propio restaurante.

La relación padre e hijo iba cada vez peor, Matías acumulaba rabia por remar contracorriente y no era capaz de disfrutar del éxito de su hijo.

Rosita sufría en silencio, intentaba posicionarse al lado de su marido y sin demostrarlo era muy feliz por ver la evolución de su hijo. Le propuso a su marido incorporar a Toni en el equipo para echar una mano e intentar que Chez Matías vuelva a ser el restaurante que fue.

Matías accedió, pero con sus condiciones.

.-Nada de polvos, ni espumas,  ni aires en mi cocina

Después habló con su hijo y le pidió por favor que viniera a ayudar a sus padres.

Toni que ya tenía ganas de volver a casa accedió pensando que poco a poco convencería a su padre de que evolucionase…

Abandonó su trabajo y se vino “pa” Marbella.

La paz en la familia duró 1 semana, cualquier comentario que hacía Toni para aligerar cualquier salsa o para rebajar la cantidad de crema de leche se convertía en una discusión, primero padre e hijo para después convertirse en marido y mujer.

Toni intentó introducir cocina Andaluza y Malagueña.

.-Papá deberías poner un Gazpachuelo malagueño en la carta, o hacer un espeto, si no lo quieres hacer de sardinas, hazlo de salmonetes, por ejemplo, estamos en plena temporada.

.- los salmonetes siempre los hemos hecho en “papillote” PUNTO!

Traer a Toni a Chez Matías había sido la peor decisión de Rosita.

En casa el ambiente era insostenible, Rosita intentaba hablar con él, pero este se cerraba en banda.

El Restaurante se había convertido en un sitio decadente, poco a poco la brigada de cocina se había ido, los pagos se atrasaban, el ambiente era cada vez peor, y había mucho trabajo para escoger.

En cocina solo quedaban Matías, Toni y Felipe que hacía grandes esfuerzos para intentar hacer entrar a Matías en razón. Dos de las personas que más quería en el mundo estaban enfrentadas. Rosita por su parte había tomado partido por su hijo.

Hasta que un 15 de agosto, una sopa Bullabesa tuvo la culpa.

.- la sopa se ha puesto mala, a ver si pones más atención y la guardas rápidamente en la nevera Toni.

.- la sopa se ha puesto mala Papá porque estamos a 42 grados en la calle y no apetece, ¿quién se va a pedir esto con el calor que hace? Un gazpacho, una sopa de melón, un salmorejo… tenemos cientos de sopas frías andaluzas, pero tú cómo eres un orgulloso cabezón no te entra en la cabeza que puedas estar equivocado.  Ya nadie viene a comer aquí, está totalmente pasado de moda, ninguno de mis colegas quiere volver, esto es como un viaje al pasado, ahí fuera Papá, pasan cosas, y son muy bonitas y tú te emperras en encerrarte en este restaurante de mierda y no evolucionar.

Matías primero se quedó inmóvil, sus ojos se inyectaron en sangre, empezó a balbucear, a temblar hasta que por fin:

.-RESTAURANTE DE MIERDA? AAAAAARRRRGG, yo enseñe a comer a todos esos cocineruchos, que sabrás tú? Solo sabéis echar polvos a la comida, y cocinar con termómetros y básculas.

Vete a tomar por culo y no vuelvas por aquí, desde que estás aquí tocándome los cojones viene menos gente.

A Toni se le inundaron los ojos en lágrimas.

Felipe, se puso a temblar:

.-Pero Chef…

.-Tu tampoco me toques los cojones Felipe, si no estás contento te puedes ir con él.

Rosita lloraba desconsoladamente.

Toni dejó su delantal, dio un portazo y se marchó.

 

aTONIto Restaurant

Estos acontecimientos lo precipitaron todo, Toni se puso a buscar un local y muy pronto encontró un local en traspaso, en el centro de Marbella, invirtió en decoración y cocina, se hizo con un pequeño equipo de cocina joven e involucrado, Toni tenía un Currículum muy bueno y esto hizo que jóvenes cocineros quisieran trabajar a su lado.

Por su parte Chez Matías iba en caída libre, se quedaron solos en cocina Felipe y Matías, ya no había dinero para invertir en arreglos, por las noches solo encendían las luces de las mesas que se ocupaban. La imagen era realmente muy triste. La relación entre Rosita y Matías ya era solo laboral, y mala.

Cada vez que Matías hacía un flambeado ya sea de Cognac, de Grand Marnier o de Brandy se servía un chupito, pensaba que Felipe no le veía, pero sí que le veía. La decadencia del local se percibía en todos los rincones del local, y Matías, alcohólico, sucio, viejo y enfadado con el mundo lo hacía todo más difícil.

Toni, por su parte, miraba de reojo el restaurante de sus padres y le daba mucha pena, pero no podía hacer nada para ayudarle, deseaba que un día su padre le pidiese ayuda, pero ese día no llegaba.

Por su parte necesitaba alguien que pudiese defender la sala, no encontraba a nadie para el puesto, hasta que un día ocurrió algo totalmente inesperado.

.-Hijo mío, necesito hablar contigo, le dijo Rosita

.- Claro Mamá ven a verme, estoy en aTONIto.

Su madre vino a verle, aunque tenía casi 60 años se mantenía joven y elegante, tenía la belleza andaluza y la clase francesa.

.-No aguantó más, el ambiente es insostenible, tú padre está insoportable, esta mañana me ha gritado e insultado, por un momento he creído que me iba a pegar. Me he ido corriendo. No quiero saber nada más de él ni del restaurante.

Toni no podía creer lo que había ocurrido, el que había sido su superhéroe de infancia se había convertido en súpevillano.

.-No te preocupes Mamá, quédate conmigo.

 

Matías era incapaz de dar su brazo a torcer, era un hombre hecho a sí mismo, nadie le había regalado nada, recordaba todo el esfuerzo y sufrimiento que había tenido para llegar hasta aquí. No había sido capaz de evolucionar, de cambiar, en toda su vida solo había hecho una cosa, trabajar, trabajar y trabajar.

Hoy Chez Matías es un restaurante de poca monta, que se cae a trozos, en él solo trabajan Felipe en la sala y Matías, (cuando no está muy borracho) en cocina, casi nadie va a comer, solo algunos “amigos” clientes, a los que se les permite beber y fumar hasta altas horas con Matías.

Toni consiguió su primera estrella Michelin al año de abrir, Rosita trabaja con él, es la perfecta anfitriona, siempre con su elegancia y una gran sonrisa. Su meta es cambiarse de local en 2 años y buscar la segunda estrella.

 

Matías, sigue enfadado con el mundo, por suerte le queda Felipe.

 

FIN

 

 

Hoy soy Pablo, aunque en mi casa siempre me han llamado Pablete.

Siempre fui un niño solitario y huidizo, la muerte de mi hermano gemelo Luis a la edad de 6 años fue un mazazo para mi familia, Mamá, nunca volvió a ser la misma. Papá se cansó de la situación  y a los 3 años de la muerte de Luis se marchó de casa, nunca más supimos de él.

Luisito murió ahogado en el rio mientras jugábamos él y yo y mientras mi padre preparaba la Barbacoa.

Mamá no lo pudo soportar y se suicidó cuando yo tenía 12 años. A mí me llevaron a vivir con la tía Angelines y en fin… no me voy a quejar, pero no puedo decir que notara el calor de una madre, ni siquiera el de una tía.

A mi tía las cosas no le iban muy bien que digamos, mi tío Paco le daba al whisky y a veces también a nosotros, a mi tía, a mí, y a mis primos.
Mi tía siempre maldecía a mi madre por haberme abandonado, decía que eso no se le hacía a un hijo, ni a una hermana pienso yo…

Antes de la muerte de Luis, podríamos decir que todo iba bien. Recuerdo como los domingos íbamos al rio todos juntos, mi madre preparaba la tortilla de patatas, el gazpacho y con mi padre íbamos los tres a coger cangrejos mientras mi madre descansaba. Eran buenos tiempos.

El resto de los recuerdos que tengo de esa época son buenos, los paseos por el parque, el cole con Luis, las meriendas con Mamá, jugar en la plaza, los amigos, el pan con chocolate, la peonza y las canicas. Ah y también los cromos.

Desde entonces todo cambió. La vida ha pasado delante de mí, nunca he sentido tener el control de mi vida, me he dejado llevar por la situación, con 18 me fui a la Mili y nunca más volví a esa casa, no quería molestar.

Me metí a trabajar en una fábrica y nunca sentí ilusión por la vida, simplemente me dejaba llevar, los días pasaban, los meses pasaban y los años pasaban sin que yo tuviera alicientes o ganas de nada.

Pero todo cambió hace unos meses cuando conocí en el trabajo a Inés, una persona que me ha iluminado mi vida.

Primero fuimos amigos, es muy amable y muy humana, desde un principio se interesó por mí, me demostró tener buen corazón y poco a poco me fui abriendo y le fui explicando todo lo que me había sucedido en mi vida. Ella me comprende y me habla.

Desde hace unos meses somos digamos pareja, vamos que además de ir al cine y a cenar también follamos… Y eso es una pasada.

En nuestras largas sobremesas o sobrecamas hablamos y hablamos, bueno más bien habla ella, yo me dedico a escuchar y a mirar… me encanta mirarla. No me gusta mucho hablar y eso está siendo un problema.

Inés me dice que tengo que abrirme, que tengo que confiar en ella, sobre todo cuando hablo de mi infancia, la verdad es que yo lo intento, pero no puedo, hay algo en mí que me lo impide.

Desde hace un tiempo esto se está convirtiendo en un problema entre nosotros y yo quiero que vaya todo bien, quiero seguir con Inés, casarme, tener hijos, envejecer juntos. Esto lo tengo claro y haré lo que haga falta para intentar solucionar nuestros problemas.

Inés me ha convencido para que haga una regresión, a través de la hipnosis. La verdad es que me lo he pensado muy mucho, me ha dado terror, esta es una caja que nunca he querido abrir pero después de valorarlo y por Inés me he decidido en hacerlo.

Hemos viajado hasta Almería donde parece ser que hay un parapsicólogo muy importante, hemos concertado una cita y nos encontramos ante la puerta.

He pensado en dar marcha atrás y no llamar a esta puerta… Pero he llamado.

Nos ha recibido el médico y hemos estado hablando durante 30 minutos, primero con Inés presente y después él y yo a solas. Temas banales, nada raro.

Después hemos pasado a una sala donde me he tumbado en una camilla y mientras él seguía hablando, después… nada…. Creo que me he dormido.

Me he encontrado a mí mismo con 6 años, en el rio, Luisito ríe, mientras yo le salpico, jugamos entre las piedras, nos resbalamos con los cantos rodados, jugamos a coger cangrejos y a jugar con los berros.

Mientras tanto Papá está con Mamá, no sé qué está haciendo pero no está con nosotros.

Luisito me empuja, y yo le empujo hasta que se cae y se da un golpe con una piedra, yo me acerco hacia él y le hago cosquillas, no reacciona, tiene la cabeza sobre la piedra, pero no hay sangre, seguro que se está haciendo el dormido pienso…

Le empujo la cabeza hasta el fondo del rio, al principio no se muevo pero después empieza a salir burbujas de oxígeno y a mover las piernas y las manos, yo aprieto cada vez más fuerte durante mucho rato hasta que Luisito deja de moverse.

Me quedo un rato ahí mirando, sin pensar nada. Como esperando a que pase algo…

Me vuelvo hacia donde están mis padres.

Maaaaaama, maaaaama, tengo hambre, que hay para merendar?

Donde está tu hermano?

Esta debajo del agua y no quiere salir.

Mamá empieza a correr y mientras se va acercando va gritando, yo me quedo atrás secándome con la toalla.

Me despierto empapado en sudor y en lágrimas. Mi cabeza me va a estallar.

Maté a mi hermano, he sido el culpable de mi desgracia y de la de toda mi familia.

El médico me habla, me pregunta por qué es lo que he visto, pero no le contesto. De hecho no contesto a nadie, ni a él ni a Inés.
Maldita sea la hora en la que decidí volver al pasado. Ha sido la peor decisión de mi vida.

Durante todo el trayecto de regreso a casa Inés no dejaba de preguntarme, yo con lágrimas en los ojos no pronuncié una palabra.

Esa misma noche, mientras Inés dormía, hice una mochila y me fui sin rumbo.

Ahora mismo estoy vagando de ciudad en ciudad, no sé qué es lo que estoy buscando, creo que acabaré suicidándome para acabar con este sufrimiento.

De Inés no sé nada, prefiero que no sepa con qué clase de persona estaba a punto de compartir su vida. Ella no se merece una persona así.

FIN.

 

 

 

 

 

Relato triste en un aeropuerto.

Un relato escatológico.

Un historia de quesos.

Un recuerdo agridulce de la escuela de otros tiempos.