Relato corto basado en hechos reales sucedido a un buen amigo y que recientemente nos contó. He cambiado el nombre que aparece por motivos obvios…

Primavera en Bolonia, después de un largo paseo, nos disponemos a comer en la Tratoria del Rosso, habíamos leído buenas críticas y unos amigos nos lo habían recomendado, no era ningún local de lujo, pero era la mejor pasta de la ciudad.

Efectivamente la comida fue espléndida, buena calidad, cocina tradicional, pasta hecha al momento, todo fresco y en cantidad. Genial.

A la hora de los postres, siento la necesidad de ir al baño, algo dentro de mí me estaba pidiendo a gritos salir. Me estaba cagando vamos…

Le pregunto al camarero por el lavabo, y como siempre… al fondo a la izquierda.

Un único lavamanos y dos puertas una de hombres y otra de mujeres. Una italiana, guapísima entra en el de mujeres, una Sofia Loren en joven… ya me entiendes…

Para entonces lo mío ya era una urgencia…

Abro la puerta hacia fuera, y alucino, el wáter estaba literalmente encastado a las paredes laterales y la puerta prácticamente tocaba la taza… el habitáculo media lo que mide la taza del WC.

Noté que la  cosa se ponía seria… no podía intentar esperar a que “Sofia” saliese.

He de decir para el que no me conozca que peso 107 kg, concentrados básicamente en mi barriga, si me ves de espalda nunca lo dirías.

Pues bueno, ahí estoy yo… Me presento de espaldas al WC, me bajo los pantalones y a la vez que me agacho cierro lo puerta.

Me doy cuenta que la puerta toca mis rodillas, pero en ese momento… me relajo y… soy feliz.

Escatimaré los detalles ya que no es de esto de lo que os quería hablar, ahora viene lo bueno.

Una vez terminado, me dispongo a levantarme para limpiarme, vestirme y marchar. Y ES TOTALMENTE IMPOSIBLE. Estoy encastado, intento levantarme y no puedo… mis rodillas tocan la puerta y no hay manera. Hago varios intentos y desisto.

Consigo limpiarme, no sé cómo… levanto un cachete y por ahí lo hago.

Vuelvo a intentarlo y nada.

Solución, abriré la puerta, rezaré para que no haya nadie y me podré levantar.

Efectivamente, consigo abrir la puerta, y me levanto, (a todo esto no había podido tirar la cadena, estaba detrás mío), avergonzado veo a Sofía que estaba retocándose el maquillaje…

Con una mano me apoyo en la pared y con la otra, intento subirme los pantalones, Sofía se acerca hacia mi, intentando ayudarme a subirme los pantalones, sin querer mirar, yo en ese momento, quería tirar de la cadena, vestirme rápidamente, que se abriese la tierra y me tragara.

Sofía, no miraba, era realmente guapa. El perfume de Sofia se mezclaba con el hedor de mi baño/zulo. Por fín consiguió subirme el pantalón mientras yo me tambaleaba, y  sin mediar palabra se dio media vuelta y volvió al comedor.

Cuando marchó me lavé las manos y volví a mi mesa.

Cristina con cara de preocupación me miró y me dijo:
Si que has tardado… todo bien?

Había mucha cola… le contesté.

FIN.