Solía visitar con mi padre todos los domingos un bar donde hacíamos el Vermut. Mi padre era pescador y ese era el mejor momento de la semana.
Yo veía a los camareros detrás de la barra servir boquerones, olivas y patatas, tirar cañas y hacer cafés. Lo miraba y soñaba con ser algún día camarera.

Muy jovencita tuve a mis hijos y siempre tuve que trabajar para sacarlos adelante. La prioridad era “tirar palante” y así hice.
Durante muchos años, sentí, y me hicieron sentir que yo era una mera transportista de platos, y que mi trabajo se limitaba a eso.
En 2014 empecé a trabajar en AQ, con mucho miedo de no estar a la altura, y después de todo este tiempo puedo decir que ahora soy, o empiezo a ser una camarera y sobre todo a disfrutar de mi trabajo. Ahora puedo decir que soy feliz haciendo este trabajo.
Durante todo este tiempo Quintín ha tenido (a veces…) mucha paciencia, me ha enseñado a catar vinos, hemos visitado alguna bodega, algún restaurante.
Cada día que pasa aquí para mí es un aprendizaje, una sorpresa, nunca sé cómo va a ir el día, este trabajo me permite relacionarme con muchas personas, clientes, compañeros y proveedores, y siento que tengo la libertad de ser yo misma.
Después de haber pasado unos cuantos años (muchos) en este oficio… a mi no me sacan de aquí ni los GEOS!!! Que lo sepáis!!!
Lola.