1. Buscando refugio

Algo dentro de mi me decía que esa persona que había tenido tan cerca de mi era Héctor, tenía algo que me decía que era él. No me lo podía quitar de la cabeza.

Llame a Jose Ignacio para contárselo pero no me contestó el teléfono, era el día 22 de Diciembre, día de la Lotería, el último día del colegio para mis hijos, y a un paso de las navidades y a mi todo eso me daba igual, no podía dejar de pensar en esa persona y en Héctor.

Decidí ir hasta Atocha y coger el primer tren que saliese hacia cualquier lugar, recogí mi mochila, ahí se quedó medio plátano y el trozo de queso que había sacado. Volví a Sol, se podía llegar en 4 minutos desde ahí hasta Atocha, y es lo que hice con una única obsesión, irme lo más lejos y lo más pronto posible de Madrid. Una vez en Atocha bajé a los andenes, y subí a un tren de largo recorrido, por lo visto iba hacia el norte pero no sabía bien por donde pasaba, me daba igual. Antes de subir me fijé muy bien donde estaba el revisor, estaba en la cabeza del tren y yo me fui hacia el final.

Todo me daba igual, mi vida era una farsa, no era mi vida, era la vida de la mujer de Jose Ignacio, la mía era la que hubiera vivido si continuase con Héctor, me quedé sin comer, estuve andando, las calles estaban repletas de gente supuestamente feliz haciendo compras, entré en una cafetería, tenia frio, estaba puesto un televisor de plasma donde el hombre del tiempo explicaba que esta noche iba a llegar una ola de frio como hacía décadas que no se veía en España. ¡Y a mí que me importa que haga frio!, pensé… Volví a llamar a Jose Ignacio, esta vez sí que me cogió el teléfono, me dijo que tampoco nos veríamos para comer, que se quedaría en el despacho preparando con Kelly una reunión que tenia para la tarde.

Decidí darle una sorpresa, comprar algo de comida en El Corte Inglés y llevársela al despacho, además yo tenía un juego de llaves en el bolso que me dio hace una eternidad.

Imaginé que el revisor tardaría un rato en pasar así que tome asiento en una de las butacas que dan al pasillo con la mirada siempre puesta al frente por si lo veía llegar, por suerte no venia. El tren iba bastante lleno de familias que dejaban la capital para ir a ver a sus familias en Navidades, muchos niños revoloteando a mi alrededor, me olvide de ellos.

Pasé por El Corte Inglés y fui a la sección de precocinados y pedí una comida para dos, Ensalada con aguacate y langostinos, Merluza en salsa verde y Macedonia. Pensé en que si llegaba pronto podríamos darle una hora a Kelly para que coma un menú en cualquier bar y de ese modo poder comer los dos juntos, como hacía ya demasiado tiempo. Todo esto me ayudaba a olvidarme de lo que había pasado. Cogí también una botella de Champagne, y un kit con un menaje tipo picnic, para dos, era monísimo.

Me quedé dormido, no sé cuánto tiempo dormí, solo sé que me despertó el revisor, de una forma un tanto brusca, me pidió mi billete y yo me levanté hasta la zona donde estaba la puerta y donde no había tanta gente, él me siguió y ahí le dije que no tenía ni billete ni dinero para pagar, el hombre, me dijo que no me iba a multar pero que tenía que bajar en la próxima estación, ¿Cuál es?, le pregunté, Soria, me contesto…

Así fue, al cabo de unos 30 minutos llegamos a Soria y el revisor se aseguró de que yo bajaba, menudo cambio de clima de Madrid a Soria, hacía mucho más frio, prácticamente ya era de noche, busque un súper donde poder comprar algo de vino, tenía unos pocos euros, encontré un Carrefour Express y fui directo a buscar unos cartones de vino, todavía me quedaba algo de comida.

Me hizo mucha ilusión darle la sorpresa a Jose Ignacio, seguro que le haría mucha gracia que comiéramos los dos juntos, llegué a su despacho, entre mis tacones, la botella de Champagne, la comida y todo lo necesario para comer, me resultaba muy difícil no hacer ruido, aún así lo conseguí, dejé todas las cosas en el suelo, deslicé la llave por la cerradura suavemente, y abrí la puerta, cogí la botella de champagne y las dos copas de plástico, me quité los zapatos para no hacer ruido y me dirigí hacia el final donde Jose Ignacio tiene su gran despacho salón la luz estaba encendida pero no se oía nada, cuando abrí la puerta me encontré a Jose Ignacio desnudo en el sofá con una mordaza y a Kelly también desnuda sentada sobre él, Kelly no me vio y se seguía moviendo suavemente sobre él. Jose Ignacio en cambio sí que me vio y no pudo decir nada, llevaba esa ridícula mordaza, se me calló la botella al suelo, Jose Ignacio le dio un empujón a Kelly y se levanto, la estampa era horrorosa. Me di media vuelta y eche a correr por el pasillo, Jose Ignacio me siguió por el pasillo desnudo, salí del despacho y él se quedo dentro.

Como no conocía Soria me dediqué a buscar la zona donde dormir, el centro de Soria nada tenía que ver con el de Madrid, localicé el centro y el cajero donde pensaba dormir. Paseé por detrás de un gran supermercado buscando grandes cartones y cuando los tuve me senté en una zona apartada. También encontré algo de pan y de fruta en las basuras, tenia 3 cartones de vino, y me puse a comer, y a beber, hacia mucho frio, y después de beber 2 litros de vino ya no sentía nada. Como pude me fui hasta el cajero, entré y me preparé mi cama, ya tenía mucha experiencia, puse mi mochila como almohada y me tumbé, saqué mi tercer litro de vino y me lo fui bebiendo, todo me daba vueltas, me dormí.

Al cabo de 3 horas aparecieron unos chavales borrachos en el cajero que me empezaron a insultar, y a dar patadas, me golpearon en la cabeza se ensañaron conmigo. Conseguí levantarme, sangraba por la cabeza y por la boca, creo que les dio miedo verme tan mal y me dejaron marchar.

Salí del cajero, eran las 04h00 de la mañana, y hacia un frio espantoso, tenía dolores por todo el cuerpo y estaba totalmente borracho, conseguí llegar hasta un callejón intenté llegar a un portal pero me caí al suelo, hacia frio, mucho frio… no me podía mover, tenia los dedos de las manos y de los pies totalmente agarrotados, estaba solo, no podía gritar, cada vez que lo intentaba un intenso dolor en mi estómago me lo impedía, me quedé ahí tirado, como un perro, no podía hacer nada, frio… mucho frio…, intenté dormir.

Héctor murió esa misma noche, a las 06h30 en el centro de Soria, nadie reclamo su cuerpo, su cuerpo fue entregado a la Universidad de Medicina.

Raquel está perdida, no sabe qué hacer…

FIN.