Mi suegri cocina muy bien, eso que vaya por delante, y en su mesa he disfrutado como en pocos sitios en mi vida…
A ella nada le da miedo, unos pichones, un bacalao, una merluza, las cabecillas de cordero, croquetas de gambas, ensaladilla rusa (de verdad!!!) o una menestra de esas que cuestan 3 tardes hacer y 5 minutos finiquitar.
Mi suegra es capaz de ponerle a una sopa mas carne que agua para que salga buena, a una paella más bichos que arroz, en cambio a unas tristes lentejas no le quiere poner un triste trozo de morro o de oreja… así son las cosas…
Los calamares en su tinta son de ovación y vuelta al ruedo oiga… de verdad… una potencia, un sabor mmm…. Paro… paro… que me está entrando hambre y acabo de cenar…
Capítulo aparte es la tortilla de patatas, perdón la TORTILLA DE PATATAS, en mayúsculo, en cualquier momento esa mujer ( que actualmente tiene 87) se levanta de su sofá relax, coge unas patatas, una sartén y un tenedor y en 30 minutos te hace una obra de arte…
Hay mucho más, las patatas con chorizo, las pochas y las alubias (que no son lo mismo), el congrio, las chuletitas de cordero, sin hablar claro cuando es navidades y la cosa va de marisco, ahí entonces la cosa se dispara y es de “traca y mocador”.
Todo eso no es nada. Pero AY cuando tiene que hacer una mayonesa… con túrmix… entonces es como si uno hiciera un souflé…
Hay que dejarla sola en la cocina y no molestarla, ni hablarla. Echa a toda la familia, se concentra en su mayonesa, calcula la temperatura, los astros, reza dos padrenuestros y se pone a darle al túrmix para hacer una miserable mayonesa que además desgracia a última hora poniéndole bien de limón… A esta mujer no hay quien la entienda.
Sirva esto de homenaje a todas las suegris, o madres sufridas que tanto y tan bien han dado de comer a tantos de nosotros y que muy pocas veces les hemos valorado.