Violeta era Vegetariana, muy deportista, iba todos los días al gimnasio, hacia Body Bump, Pilates y Yoga, se cuidaba muchísimo, cada mes iba a la esteticien, se hacia las uñas, los pies, el cutis etc… por supuesto peluquería, también tenía cita mensual con su quiropráctico.
Yo en cambio, muero por los chuletones, no he ido a un gimnasio en mi vida, voy cada 2 o 3 meses al barbero del barrio y hace años que no voy al médico. Por supuesto que no he pisado un salón de belleza en mi vida. Me asoma una barriguita prominente pero no estoy del todo mal.
Lo primero que voy a hacer es apuntarme a un gimnasio, pensé en apuntarme al mismo que ella pero me dio mucha vergüenza, buscaría otro… Por supuesto no tenía nada que ponerme, solo tenía un chándal, del Mundial de España 82. Pensé que no era apropiado.
Me fui al Decatlhon y pedí ayuda a una jovencita, le expliqué mi caso y me llevo a la sección de ropa deportiva. Me dio unos pantalones cortos muy ceñidos y unas camisetas de colores estridentes, le pregunté si no tenía algo más discreto y me dijo que ahora se llevaba eso. Me lo probé y me sentí muy ridículo. En fin, todo sea por Violeta, pensé.
Ese mismo día me apunté al gimnasio y empecé con mi cambio. Hablé con el monitor y me puso una tabla de ejercicios.
Tendríais que haberme visto con los aparatos, las mancuernas y las pesas… Pasé dos horas ahí, el monitor, estuvo todo el rato a mi lado, por suerte no había mucha gente y se dedicó a mí en cuerpo y alma, yo estaba muy motivado y le daba duro.
De camino a casa paré a comprar la cena en un sitio de comida preparada, vi que tenía un apartado que ponía “healthy”, me olvidé de los canelones y me compré el completo: ensalada de quinoa con chia y aguacate, y lasaña de verduras, de postre macedonia de fruta y un batido detox.
Llegue a casa dolorido, me dolían todos los músculos del cuerpo. Incluso me dolían algunos que no sabían que existían. Me senté y me lo comí todo, incluso el batido ese detox, era verde y era realmente asqueroso.
Me acosté pronto ya que se me caían las pestañas, y me dormí.
Al día siguiente no me podía mover. No me podía levantar de la cama. Esto del deporte iba a ser mucho más duro de lo que me imaginaba.
Era domingo y pensé que para tener tema de conversación debería ir al teatro, o al cine o un museo, a Violeta le gustan todas esas jilipolleces y tenía que tener tema de conversación.
Miré en la cartelera y vi que hacia El Rey León en teatro, pensé que sería divertido, había visto la peli en la tele y me gusto.
El domingo solía desayunar churros con chocolate en el bar de Matías, y como cada domingo me dirigí hacia ahí. De camino pensé que quizás los churros no era la mejor opción… Al llegar Mati ya me tenía preparados mis churros, le miré a los ojos y le dije.
Mati, hazme una tostada con tomate, un zumo de naranja natural y un café con leche con sacarina.
Mati me miró asombrado y me dijo: Que te pasa, Julio? estas enfermo?
Tú ponme lo que te he dicho y no me toques los cojones. Le contesté… estaba viendo los churros y me estaba arrepintiendo.
El zumo… la tostada triste sin un poquito de jamón y el café con leche con sacarina sabía muy raro… Me estaba poniendo de mala leche.
Tenía todo el cuerpo dolorido así que me fui a casa a echarme un ratito.
Una vez tumbado en el sofá me empecé a dar cuenta de los esfuerzos que tenía que hacer para conquistar a Violeta, iba a ser muy duro. Sin darme cuenta me dormí…
Había comprado mi entrada por teléfono, tenía que estar media hora antes frente a la taquilla y ahí estaba yo… Quise comprar palomitas pero por lo visto en el teatro no se lleva eso. Me extrañó.
Se apagaron las luces y empezó la función, la verdad es que era espectacular, pero lo que yo no sabía es que era un musical.
Después de 45 minutos viendo a negros disfrazados de animales dando saltos y cantando sin parar se me hincharon los cojones y decidí irme. A tomar por culo pensé.
Me fui a casa a ver los resúmenes de los partidos de la liga. De camino a casa me paré en un Domino’s y me pille una barbacoa media y dos latas de cerveza. La felicidad, pensé.