Yo hago el turno de la tarde, entró a trabajar a las 18h de la tarde y me quedo hasta el cierre, hace ya 17 años que soy barman de noche en el Café Niza.
Cuando yo llego se marcha Andrés el camarero que hace el turno de mañana y con el que no me hablo desde hace 8 años, un malentendido a causa de un ticket no cobrado desencadenó una discusión que arreglamos en el callejón posterior y que hoy 8 años después nos sigue separando. De todos modos es un gilipollas y yo no voy a dar mi brazo a torcer. Que se joda…
Pues bueno como cada día cuando yo llego Andrés se marcha, no nos miramos ni nos decimos nada, él ya ha hecho caja y rellenado las neveras.
El local está totalmente demodé, el suelo es de madera oscura quemada por las colillas que se tiraban en el suelo en otra época, los sofás son rojos y en forma de medio círculo alrededor de unas mesas pequeñas fijas en el suelo.
Al fondo hay un billar al que también se le notan los años, con una lámpara de esas rectangulares de color verde con sólo 2 de las cuatro bombillas, (a ver si un día de estos me acuerdo y las cambio). En aquella zona como en todo el local hay poca luz, aunque la zona del billar es especialmente oscura, además falta el humo de los cigarrillos desde que la ministra esa prohibió el tabaco en los locales de hostelería, con la ley se fue el humo y gran parte de la clientela que ya no viene.
Imagino que para la gente que no fuma, el Niza debe ser cutre y sucio, no se…
Al llegar, la postal es más o menos la de cada día, ahí está Margarita, una señora viuda que le da a la cerveza, se toma 4 o 5 cada tarde y a eso de las 20h se va hacia su casa un poco perjudicada pero siempre en su sitio, también le da un poco a la máquina tragaperras, yo creo que se debe dejar la mitad de su jubilación entre las cañas y la puta maquina esa. A mi plim…
Luego están un grupito de chavales universitarios, con sus jerséis demasiado pequeños, sus gafas de pasta, y sus no cortes de pelo, (a estos con mucho gusto les metía yo la tijera) son 3 y no sé cómo se llaman, (ni me importa), vienen y hablan de política, de futbol, de estudios, de futuro, de chicas no hablan, fíjate… imagino que debe ser “cool” (como dicen ellos) venir al Niza a tomarte un café con leche y a pasar la tarde.
A quien no he visto al llegar es a Raúl, un habitual de la casa que pasa más tiempo aquí que en la suya, este es un caso aparte, le da a la bebida duro, y por lo visto también a su mujer.
Tras 17 años aquí metido, se puede decir que me conozco todo del Niza y todo de sus clientes, se dice que para estar detrás de una barra has de ser un buen psicólogo, tener don de gentes y aguante, ¡TONTERIAS!, yo odio a la gente, me importan 3 cominos sus vidas y me limito a servir sus bebidas y poco más, lo único que espero es que llegue la hora de irme a casa y descansar.
No tengo mujer, Inés, así se llamaba esa desgraciada, me dejó hace 12 años, por lo visto encontró un hombre que le supo hacer feliz, eso me dijo… seguro que tenía dinero ese cabrón… Tampoco tuvimos hijos, mis padres murieron hace ya mucho tiempo y con mis dos hermanos hace ya mucho tiempo que no nos hablamos, son unos gilipollas.
Las mañanas me las paso en casa, viendo la televisión y esperando la hora de venir a trabajar. La verdad es que no me entiendo a mí mismo. Tengo una vida de mierda, pero no hago nada para remediarlo, ni siquiera me lo planteo.
Tampoco le doy a la bebida, emborrachar a tanta gente me ha hecho odiar el alcohol casi tanto como a los borrachos. Gajes del oficio…
No sé qué fue lo que me hizo convertirme en la persona que soy, imagino que soy un imbécil, y que mi vida está vacía, me doy cuenta que estoy pasando el tiempo sin más, mi vida no tiene ningún tipo de aliciente, el día que me muera nadie me echará de menos y nadie se acordara de mí.
Qué triste…
Esta noche a eso de las 02h00 de la mañana justo antes de empezar a recoger ha entrado un ángel, (quizás por eso me ha dado por pensar todo esto), una mujer preciosa, creo que era francesa, de mediana edad, elegante, traía una maleta grande y venia sola, estaba perdida, había llegado esta noche en autobús y quería tomar un café con leche caliente. Se ha sentado frente a mí, me ha sonreído, y me ha hablado de una forma muy educada y dulce.
Hemos estado charlando sobre la ciudad, ella hacía preguntas y yo le contestaba, yo por mi parte no le he preguntado nada, (no suelo hablar con los clientes), pero mientras me hablaba yo me la imaginaba esperándome en casa cada noche después del trabajo, y despertándome a su lado cada mañana, yo le haría su café con leche, y nos iríamos a pasear, le enseñaría la ciudad, cuidaría de ella y la trataría muy bien.
He pensado varias veces en preguntarle su nombre, que había venido a hacer aquí, si estaba sola, si necesitaba un sitio donde quedarse, si quería un buen marido para casarse.
Pero no lo he hecho.
Me he quedado ahí mirándola durante un buen rato, a esa hora solo quedábamos ella y yo, y creo que la he incomodado con mi mirada, tras tomarse su café con leche me ha pagado y se ha marchado.
Me he quedado solo, mirando el taburete donde ella se había sentado y arrepintiéndome de todo lo que no le he dicho. Nunca más volverá a entrar al Niza un ángel como este y nunca más tendré otra oportunidad de ser feliz.
A las 03h00 y tras hacer caja y rellenar las neveras, como cada noche he cerrado el bar. Definitivamente, sí, soy un imbécil.